Situada a los pies del Cerro Rico (Sumaj Orcko) a más de 4,000 m.s.n.m., su historia está estrechamente ligada a la plata. En 1650, Potosí era la ciudad más poblada del mundo con unos 160,000 habitantes; más que Londres, París o Madrid, dada la generosidad del imponente Cerro Rico de Potosí que albergó en su interior las más codiciadas vetas de plata del mundo, con cuya producción se podría haber construido un puente entre Potosí y Madrid.
En 1987, Potosí fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad; esta ciudad permanece intacta, no sólo en su arquitectura, sino también en lo que significa la presencia de las culturas originarias; en su paisaje se destaca el imponente Cerro Rico en combinación con el conjunto de edificios, iglesias y torres con cubiertas características de la época colonial.
Uno de los símbolos de la ciudad es la Torre de la Compañía, un convento religioso del siglo XVIII, que refleja el máximo esplendor de Potosí, su edificación se concibió como un arco del triunfo con cinco aberturas, treinta y dos columnas salomónicas y tres cúpulas de media naranja. Es una ostensible expresión de la espiritualidad de la época.
¡Vale un Potosí!, frase que estaba en boga en la Europa del siglo XVI, tiene origen en la Villa Imperial de Potosí y perdura hasta nuestros días gracias a sus monumentos, museos y edificios.